09 diciembre 2010

Último vals



Los años se han encargado
de acabar con los secretos
de tu alcoba y de mi pantalón,
y hasta ahora sólo quedan
los pellejos del cansancio,
del desamor que merendamos
cada noche;
los retablos del día más
absurdo:
que eras la pureza hecha mujer,
que yo era el respeto con traje de fiesta,
que el amor de nuestras ganas
habría de trascender.

... Odio decir que es amor,
pero no es costumbre.

Hablo de la nostalgia,
de mi nostalgia,
de lo más vivo y cercano
que tengo de mi tiempo.
Eres tú
el recuerdo a la mano
que no me aburre
y que no me canso de tocar,
aunque sepa de memoria
los caminos de tu cuerpo,
obstruídos ya con nuevos pliegues.

Y tus manos.
Esas manos sin sangre, fuertes,
femeninas y dueñas del arte
de alimentar mi disfuncional estómago,
Tal vez sea esta sensación de sueño
lo que queda de nosotros.
Después de todo
no hay nada nuevo por decubrir.
Sólo quedan palabras
y cosas y cuerpos
por enterrar...
Enterrémonos.