Qué sublime tu mirada cuando te encuentro
en aquellos momentos breves
en que mis ojos te entienden a su modo.
Qué cálido espacio en el que con tu mundo
habitas el mío y te adhieres a mi memoria
para las posteriores horas.
Qué grata melodía definen tus labios
en la partitura de las noches,
con notas y silencios exactos.
Qué agridulce esta añoranza de ti.