31 octubre 2010

Melancólica perspectiva


¿Por qué echo de menos
tu breve compañía,
si ahora tengo
tus ausencias prolongadas?

Petición nocturna


Paradójicamente,
                                  me gustaría que el tiempo
                                  dejara de existir siquiera




por un par de horas,
                                  como palabra
                                  y como límite de mi vida. 
       

Persistencia


Siempre es igual... la soledad tan sumisa
y rencorosa,
con un temor de entregar el fastidio
y colgar los llantos en la ventana.


Del otro lado,
tanta gente que me espera
o que sencillamente no me sabe aún.


A punto de poder decir tu nombre,
otros labios me arrancan el aliento.


Y a pesar de que el tiempo no perdone,
estaré hasta que el cansancio
venza mis esperanzas.

Libre comunión


Me gusta cómo me tocas, cómo recorres mi piel, casi temiendo que me vaya.
Me gusta que me pidas cariño y protección, verte indefenso, tendido sobre mis piernas.
Me gusta ver que no te has ido, que aún me besas.
Me gusta que me atrapes entre tus brazos.
Me gusta cuando hablas de la pasión y de la vida y de nosotros.
Me gusta pensar que me necesitas.
Me gusta verte tierno y sincero, que no te aparta del mundo una máscara.
Me gusta que te importe mi libertad, mi vida.
Me gusta ver que no te has ido, que sigues hablando.
Me gusta saber que estás herido para poder sanarte.
Me gusta tu soledad, pues me recuerda que yo estoy sola.
Me gusta que después de un largo encuentro nos hayamos olvidado y seamos como antes.
Me gusta volver a empezar y sentir emoción de tus manos en mí.
Me gusta tu imposible.
Me gusta entender que puede ser más sin que llegue a ser nada, excepto una compañía clandestina.
Me gusta verte partir, darme cuenta que ya pasó.
Me gusta recordarte con las mismas ganas que tengo de estar contigo de nuevo.

13 octubre 2010

Fue sólo que el destino...


Nadie lo pidió, nadie estuvo para desearlo,
fue sólo que el destino se hizo tal
y sin preguntar nos arrojó a una historia.


Y esa historia quedó tendida en la banqueta,
entre pasos insistentes y ladridos de perro,
cubierta por fechas discontinuas y letras de fondo.


No se entiende el abismo de su pensamiento
ni es posible comprender sus risas,
mucho menos ignorar el temblor de su sueño.


Y no hace falta decir más,
no hace falta saber menos
con tanta obviedad.


El destino juega a quitarnos los zapatos,
a ponernos sobre el fuego,
se entretiene con laberintos sentimentales,
tira del hilo y repasa memorias.


Esa historia queda tendida sobre una cama gris
y pide silencio para no despertar,
pues al abrir los ojos es seguro
que las nubes no dejen entibiar el corazón.

Fácil


Podría escapar y desde lejos lanzar un grito de despojo,
pero la miserable esencia de tu paso absorbe mis entrañas
y me encaja a tu costilla.
Y ahí me puedes, me transformas, me haces.

Débil, sumisa, fácil.

Una vez en tu mirada y ya soy otra;
una vez entre tus labios y dejo de ser,
así me complace que me olvides,
que me ignores,
que me apartes,
así es como saco fuerzas para seguir y desearte.

Entonces mi palabra te regresa,
te retiene,
el espacio se torna insoportablemente caprichoso
y la guerra de tu vida se mezcla
con la paz de mi esperanza,
y somos fuego y somos aire.

Luego te escapas en silencios matutinos
y aunque a gritos te llamo, no respondes,
te vas de nuevo.